Una información sexista no representa de manera adecuada que las mujeres son, o deberían ser, la mitad de todo
Iker Merchán
Profesor de Periodismo UPV/EHU. Miembro del grupo de investigación Bitartez y codirector del Observatorio del Periodismo Machista
Publicado originalmente en El Correo el 8 de marzo de 2024
Ningún alumno de Periodismo aprobaría la asignatura de Redacción de primero con el titular «Se hunde un barco en el golfo de Bizkaia». Un criterio esencial de calidad es que demos prioridad a las personas frente a las cosas -al ‘quién’ frente al ‘qué’- porque nos preocupa más lo que les sucede a los sujetos que lo que les ocurre a los objetos. Por eso preferimos «Rescatados con vida los siete tripulantes del barco hundido en el golfo de Bizkaia».
No es la única norma a la que debe atender el alumnado, claro. También cuenta que recojan fielmente la información recabada, que no maltraten los números, que se ciñan a la estructura indicada (casi siempre la manida pirámide invertida) y que cuiden su capacidad expresiva. Además, de un tiempo a esta parte se ha sumado un nuevo criterio: también intentamos entrenar la mirada para detectar y evitar el machismo.
El sexismo en el periodismo es una cuestión de calidad, como lo es un porcentaje equivocado o una falta de ortografía. No existe el buen periodismo machista, porque una información sexista, por definición, no estará representando adecuadamente que las mujeres son -o deberían ser- la mitad de todo.
Titulares como «Imputado un anciano de 86 años por intentar tener sexo con su mujer, de 82» son inaceptables porque no reflejan la realidad. Lo que cuenta es simplemente falso: a ese señor no le han acusado por «intentar tener sexo» (que sería ridículo que estuviera penado), sino por agredir sexualmente a su esposa, como luego recoge adecuadamente el cuerpo de la información. El periodista está minimizando -probablemente, sin ser consciente de ello- la gravedad de una agresión sexista.
A veces los casos de periodismo machista son más sutiles, como cuando un medio nombra a un ministro por su apellido (esfera pública) y a una ministra por su nombre de pila (esfera privada). Otros más obvios, como cuando convierten en noticia la apariencia física de mujeres famosas, cuando esto rara vez sucede con sus colegas masculinos.
A las mujeres se les tiende a preguntar por su labor como amas de casa aunque sean literalmente astronautas: «Me gusta todo, desde cocinar y hacer ‘crochet’ hasta diseñar mi ropa y mis muebles». Así tituló un medio su entrevista a Sara García, doctora en Biología e investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. A ella la había escogido la Agencia Espacial Europea para viajar al espacio entre 22.500 aspirantes. Quizá hay algo más interesante que preguntarle, ¿no?
En el recién nacido Observatorio del Periodismo Machista (www.periodismomachista.com) hemos catalogado hasta nueve tipos de machismos que se dan en los medios de comunicación. El proyecto es una iniciativa del grupo de investigación Bitartez de la Universidad del País Vasco junto a Pikara Magazine, el medio de comunicación sobre feminismos más leído en español. El Observatorio detecta, cataloga y publica los casos de periodismo machista que se dan en los medios escritos. De momento lo hace en euskara y castellano, y aspira a ampliar su ámbito también al inglés.
La publicación de estos casos no se queda en una denuncia estéril. Surge de una vocación didáctica y constructiva para ofrecer alternativas igualitarias que puedan ser aplicadas por cualquier persona que se dedique a la comunicación. Las propuestas aspiran a ser prácticas y eficaces. Por eso en cada caso incluye una propuesta de mejora para que el medio la aplique si lo estima oportuno. Con las informaciones recabadas el Observatorio elaborará recursos didácticos para su uso en Secundaria y en la Universidad. Hemos comprobado que son muy interesantes los debates que estos titulares abren en el aula.
Partimos de la base de que el periodismo no es más machista que la comunidad de la que emana. Pero los medios son el espejo en el que la sociedad se mira a sí misma, por lo que si cambia el discurso en los medios, puede cambiar la propia realidad. No creemos que nuestra profesión sea menos fiable que el resto, pero nuestros trabajos (y nuestros errores) son más visibles que los que se dan en los despachos de abogados o en las mercerías. Eso hace que los y las periodistas tengamos una gran responsabilidad que hemos sabido aplicar en el pasado. Lo hicimos cuando el asesinato de Ana Orantes sacudió los cimientos de nuestra sociedad y nos obligó a repensar cómo informábamos sobre violencia machista. Ahora tenemos la oportunidad de ir un paso más allá.
No me cabe duda de que dentro de poco dejaremos de ver publicados titulares como «La divertida respuesta de Jenni Hermoso a su beso con Rubiales». Por cierto, ¿saben cuál fue la «divertida» respuesta de la futbolista? «No me ha gustado».